Constituye un gran escándalo la revelación de que centenares de médicos falsificaron, plagiaron e hicieron publicaciones en medios inventados para la ocasión, sobre investigaciones que no eran de su autoría, todo para obtener títulos de subespecialidades y así poder acceder a plazas de trabajo mejor remuneradas.
Estas revelaciones deben estremecer a una sociedad que demanda cada día mejorías necesarias en la asistencia médica profesional. Una sociedad que exige controles sobre médicos ‘especialistas’ que cobran ocho y diez mil pesos por consulta. Una sociedad donde el Estado paga salarios mensuales de hasta tres veces más que en las clínicas privadas, a médicos que laboran cuatro horas al día en los hospitales y que por cualquier ‘quítame esta paja’ hacen una huelga. Médicos que en sus consultas privadas reciben pacientes que remiten desde los centros públicos, donde los mal atienden, para luego cobrarles elevadísimas sumas, hasta para ver los resultados de análisis indicados. Asombrados, impactados, nos enteramos de que centenares de esos ‘especialistas’, principalmente en ginecología y en cardiología, son un fraude.
Si un ‘graduado’ de ‘médico’ es capaz de cometer un acto delincuencial de esta naturaleza, ¿qué no se atreverá a inventar para emitir un diagnóstico totalmente irreal sobre su estado de salud, para ganarle dinero?
Es propicia la ocasión para que el Colegio Médico deje de lado las complicidades tradicionales, basadas en una maniqueísta ‘solidaridad profesional’ y exponga, junto a las autoridades judiciales, todos los detalles de este gran fraude, identifique a cada uno de esos farsantes, propicie cancelar sus licencias para ejercer y los manden a la cárcel.
Fuente: listindiario
