El año 2008 fue posiblemente uno de los peores años en décadas en la historia contemporánea. La Gran Recesión vapuleó a toda la sociedad estadounidense. Pero también fue el año en el que, tras mucha preparación, la dominicana Cenia Paredes estaba preparada para probarse en el mercado como diseñadora de moda y, de hecho, dejó su primera colección en las manos de un showroom multilínea de Nueva York que le abrió las puertas.
“Vendí ocho vestidos”, recuerda.
Paredes no se desanimó. Puso mucho trabajo y empeño en su pasión y siguió adelante.
Hoy, a punto de cumplir su primera década en el mercado encara la segunda previendo ventas millonarias gracias a un bluyín que empezó a crear hace tres años — cuya patente tiene pendiente– y que gracias a su cintura ajustable con cremalleras se adapta a los entalles de los muchos tipos de mujeres que hay.
Ahora habla de grandes cifras pero llegar hasta ellas ha sido una prueba no solo de talento sino de mucho tesón. Desde aprender inglés hasta gestionar los estrechos márgenes de los diseñadores que luchan por abrirse camino.
Cenia Paredes creció en lo que ella llama “un campito del Cibao” en la provincia de Sánchez Ramírez”. Su madre era modista y fue como ella empezó a interesarse por la moda. Cuando Paredes tenía siete u ocho años ya dibujaba vestidos y diseñaba para sus muñecas con las telas que le sobraban a su madre. Se inspiraba en la moda que veía en las telenovelas mexicanas, “una ventana a un mundo que no conocía”, explica.
Su madre trabajaba constantemente. Estaba divorciada y era la forma de mantener a la familia. Paredes recuerda que en Navidades, cuando se levantaban ya veían a su madre cosiendo. Es un ejemplo que ella ha seguido.
Su madre se casó con un ciudadano americano y la familia terminó en Nueva Jersey. Paredes estudió inglés para prepararse para su nueva vida aunque su sueño era ir a la escuela de diseño de Altos del Chavón.
En EEUU terminó de estudiar inglés y estudió administración de empresa porque era lo que tenía al alcance. Casada, con hijos trabajó como mánager de una tienda en un mall, pero sin dejar de pensar en su sueño de tener su propia línea de diseño.
Paredes se divorció y decidió emprender el camino a ese sueño. Se inscribió en el Fashion Institute of Technology (FIT) donde empezó a estudiar a tiempo parcial inicialmente. Tenía 34 años cuando se graduó.
“Cuando salí empecé desde cero, ninguna experiencia pero gracias a la Universidad empecé como asistente de diseñador en una empresa”. Sobre el papel bien, pero en la práctica, explica que le tocó hacer de todo menos diseñar. “Comprar botones, cremalleras, encajes, ir a por muestras…”, describe. El trabajo no era lo que buscaba porque no demandaba mucha creatividad por su parte. No obstante, trabajó en varias empresas y llegó a ser diseñadora “senior”.
En 2008 “decidí hacer mi propia línea mientras trabajaba, no tenía vida porque tenía que hacerlo por la noche, y los fines de semana. Fue difícil para todos [habla por su familia] pero era algo tan fuerte en mí que no podía no hacerlo”.
Pese a que el año fue mal, no se vino abajo. En 2009 repitió y ya vendió 25 vestidos por cada estilo. Sus modelos se tratan de encajar a un tallaje distinto al estándar, a mujeres con distintos tipos de formas.
Aquella aventura la financió con ahorros después de dejar su trabajo y la seguridad que eso le daba. Dice que fue una decisión terrorífica, “pero me tiré al precipicio”.
Y fue creciendo. Consiguió un vendedor con conexiones en boutiques y llegó a 50 tiendas.
“Hay que garantizar el beneficio al gran almacén incluso cuando ponen la ropa de rebajas, y si no lo ganan vendiendo lo tendría que pagar yo”, explica esta diseñadora que, a entre otras celebridades, vistió a Vanessa Nadal, esposa de Lin Manuel Miranda, cuando este recogió una cosecha de premios Tony.
Volvió a centrarse en las boutiques (más de 100 en todo el país) y mostrar sus vestidos en los mayores showrooms para ello en Dallas y Atlanta. Su producto no es solo para latinas, aunque los colores y los diseños están inspirados en sus raíces latinas.
Sigue produciendo en China y está tratando de volver con mejores condiciones a los grandes almacenes pero ahora tiene en su cartera un bluyín que decidió hacerlo porque a ella misma no le quedaba bien ninguno que había en el mercado.
Aunque tiene ganancias desde hace tres años, quiere un respiro porque sigue haciendo casi de todo en la empresa. Espera que con la nueva fuente de ingresos pueda contratar a alguien más para centrarse en el diseño.
“Ahora mismo trabajo siete días cada semana, a veces atiendo el negocio, envío órdenes y casi no me da tiempo a dibujar. Cuando estoy en mi casa tranquila de noche me inspiro y diseño pero yo siempre estoy diseñando y tengo que plasmar lo que creo inmediatamente para que no se me olvide. A veces dibujo en la cama”.
Cenia Paredes está ahora hablando con inversionistas que le inyecten capital para lanzar bien y a lo grande su pantalón. “En cinco años me gustaría que mi empresa esté grande y establecida. Quisiera ser más conocida en el mercado anglosajón y hacer licencias de mi marca para otros productos, zapatos, carteras, ropa interior, ropa de hombre, con mi marca pero trabajando con otros diseñadores”.
¿Y descansar? “Bueno, eso no creo pero si puedo tener una vida en la que por lo menos pueda tener un día para mí y mi familia, una vida más normal, estaría bien”.