Nuestros símbolos

Por: Orlando Gómez Torres.

Confieso que desde hace unos años para acá no coloco la bandera de la República Dominicana en ningún momento del año ni en mi hogar, ni el vehículo o en la oficina. Abiertamente rechazo los pins o detalles similares con la bandera o el Escudo Nacional, y siempre que da el mediodía y las emisoras empiezan a entonar el Himno Nacional yo apago mi radio.

Por tanto tiempo nuestros símbolos patrios han sido apropiados por los elementos más racistas, xenofóbicos y fanatizados de nuestra sociedad que me distancié de esos símbolos para no ser asociado a ese grupo.

El Himno Nacional se tornó obligatorio al mediodía en nuestras emisoras de radio luego que Joaquín Balaguer emitió el Decreto No. 78-94 en plena campaña electoral para dar mayor impulso a su mensaje abiertamente racista en contra del Dr. José Francisco Peña Gómez para las elecciones de 1994.

Inversiones A&VHoy los símbolos patrios son usados como la pancarta predilecta en las marchas de los grupos monotemáticos obsesionados por la migración desde Haití a el país, enfocados en promover teorías de conspiración, y que no lucen que estarían satisfechos con otra cosa que no sea el trato abusivo y denigrante a los migrantes de Haití y sus descendientes en el país.

Incluso entidades como el Instituto Duartiano, entidad creada por decreto y reconocida por ley como organismo oficial y autónomo para promover la vida y obra de Juan Pablo Duarte, hoy en día dedica una parte significativa de su tiempo a promover la conspiranoia e histeria respecto de la migración haitiana, sin un ápice de evidencias y con un aparente desinterés en realmente educar.

Por mucho tiempo hemos cedido el espacio sobre nuestros símbolos patrios permitiéndole a estos grupos apropiarse de ellos y hacerles parte de su mensaje ofuscando las importantes diferencias entre patriotismo y nacionalismo, lentamente embarrando la esencia misma de la dominicanidad a sus prejuicios.
Es posible celebrar que somos dominicanos sin ver del otro lado de la frontera, o el color de los que comparten con nosotros la isla. Somos una nación que ha evolucionado de casi 5,000 años de historia, cuando los primeros humanos llegaron a las Antillas, parada sobre una tierra que ha sido testigo de millones de relatos de individuos de múltiples latitudes. Es el cúmulo de esos relatos los que han dado forma a nuestra dominicanidad y es ello lo que debemos celebrar.

No podemos construir nuestra identidad como pueblo partiendo de la definición de lo que no somos; eso es una receta para el prejuicio perenne; debemos resaltar lo que como pueblo hemos llegado a alcanzar, con todas sus virtudes y defectos, y son esos logros lo que debemos defender al momento de poner en alto los símbolos patrios que necesitamos recuperar.

Más patriotismo y menos nacionalismo, porque ser dominicano no debe ser despreciar o guardar rencores eternos a los haitianos, sino que debe ser lo que somos como nación, lo que somos como seres humanos en nuestro pequeño rincón dentro del planeta.

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