Cómo te vigilan los móviles Android sin que lo sepas

REDACCIÓN INTERNACIONAL: Un usuario compra un móvil Android nuevo. Da igual la marca. Abre la caja, pulsa el botón de encendido, el móvil se conecta a Internet y, sin hacer nada más, acaba de iniciar la máquina más sofisticada de vigilancia sobre sus rutinas.

No importa ya si se descarga Facebook, activa su cuenta de Google o da todos los permisos a una app rara de linterna o antivirus. Antes de cualquier acción, su móvil nuevo ha empezado a compartir detalles de su vida.

El software que viene preinstalado de serie es el recurso más perfecto de ese móvil para saber su actividad futura: dónde está, qué se descarga, qué mensajes manda, qué archivos de música tiene.

“Las apps preinstaladas son la manifestación de otro fenómeno: acuerdos entre actores (fabricantes, comerciantes de datos, operadoras, anunciantes) para dar, en principio, valor añadido pero también para fines comerciales.

El elemento de gravedad lo aporta la escala: hablamos de cientos o miles de millones de teléfonos Android”, dice Juan Tapiador, profesor de la Universidad Carlos III y uno de los autores, junto a Narseo Vallina-Rodríguez, de IMDEA Networks y el ICSI (Universidad de Berkeley), de la investigación que revela este submundo. Los móviles Android representan más del 80% del mercado global.

Juan Tapiador (izquierda) y Narseo Vallina-Rodríguez, directores de la investigación sobre el software preinstalado en los móviles Android. KIKE PARA

El nuevo estudio dirigido por los dos académicos españoles revela la profundidad del abismo. Ninguno de los hallazgos por sí mismo es radicalmente nuevo: es conocido que los móviles juegan sobre la línea roja de los permisos a la hora de recopilar y compartir datos.

La novedad de la función de las apps preinstaladas está en su extensión, falta de transparencia y posición privilegiada dentro del móvil: han analizado 1.742 móviles de 214 fabricantes en 130 países.

“Hasta ahora las investigaciones sobre los riesgos de privacidad en móviles se habían centrado en apps que están listadas en Google Play o en muestras de malware”, dice Vallina.

Ahora han analizado lo que los móviles traen de serie y parece fuera de control. Debido a la complejidad del ecosistema, las garantías de privacidad de la plataforma Android pueden estar en cuestión.

Nuestra información personal se manda a una amplia red de destinos, que cambia según el móvil, y algunos son controvertidos: a servidores del fabricante del móvil, a las empresas habitualmente acusadas de espiar en nuestras vidas —Facebook, Google— y a un oscuro mundo que va de corporaciones a start-ups que reúnen la información personal de cada cual, la empaquetan con un identificador que se vincula a nuestro nombre y la venden a quien pague bien.

Nadie antes se había asomado a este abismo para hacer una investigación de este calado. Los investigadores crearon la app Firmware Scanner, que recogía el software preinstalado de los usuarios voluntarios que se la descargaron. Para el estudio han analizado más de 1.700 dispositivos, pero disponen de más de 8.000.

El código abierto del sistema operativo Android permite que cualquier fabricante tenga su versión, junto con sus apps preinstaladas. Un móvil puede tener más de 100 apps preinstaladas y otros cientos de librerías, que son servicios de terceros incluidos en su código, muchos de ellos especializadas en vigilancia del usuario y publicidad.

En total, un panorama internacional de cientos de miles de aplicaciones con funciones comunes, dudosas, desconocidas, peligrosas o potencialmente delictivas.

Esta casi perfecta definición del término caos llevó a los investigadores a más de un año de exploración. El resultado es solo una primera mirada al precipicio de la vigilancia masiva de nuestros móviles Android sin conocimiento del usuario.

Más de un fabricante

Un móvil Android no es producto solo de su fabricante. La afirmación es sorprendente, pero en la cadena de producción participan varias empresas: el chip es de una marca, las actualizaciones del sistema operativo pueden estar subcontratadas, las operadoras de telefonía o grandes comercios que venden móviles añaden su propio software.

Los actores que participan en la fabricación de un móvil van mucho más allá del nombre que pone en la caja. El control definitivo de todo el software que se coloca ahí y que tiene acceso privilegiado a los datos del usuario es indeterminable.

El resultado es un ecosistema descontrolado, donde nadie es capaz hoy de asumir la responsabilidad de lo que ocurra con nuestra información más íntima. Google creó la plataforma a partir de código libre, pero ahora es de todos. Y lo que es de todos no es de nadie: “El mundo Android es muy selvático, es como el Far West, especialmente en países con escasa regulación de protección de datos personales”, dice Tapiador.

“No hay ningún tipo de supervisión sobre lo que se importa y comercializa a nivel de software (y en gran medida de hardware) dentro de la Unión Europea”, dice Vallina. ¿El resultado?, un caos donde cada versión de nuestros móviles Android conversa con su base desde el primer día, sin interrupción, para contarle qué hacemos. El problema no es solo eso que cuentan de nosotros, sino que el dueño del móvil no controla a qué da permisos.

FUENTE: elpulmondelademocracia

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