La Reina de Santomé (historias de la vida de provincia)

Por: Rafael Pineda

Montevideo, Uruguay- Con el respaldo editorial de la Fundación Marcio Veloz-Maggiolo, el escritor Guillermo Piña-Contreras ha publicado una nueva novela, “La reina de Santomé (historias de la vida de provincia)”, donde hace un registro de los incidentes que se produjeron el 22 de diciembre del 1955 tras el llamado a concurso para elegir, entre la aristocracia de la provincia Benefactor, a la que iba a ser coronada reina de Santomé. Guillú, el niño, es el protagonista relator, él nos va contando, no solo sus vivencias en el barrio y las travesuras de sus amigos, sino también las conversaciones de los mayores, especialmente las del abuelo Papapa con el Prelado Tomás F. Reilly.

La novela recrea una mañana cuando las nietas del general José María Cabral se retiraron del acto inaugural del monumento a los héroes de la batalla de Santomé, disgustadas porque el orador, Lolito Piña, le restó los méritos que les correspondían a su ancestro atribuyéndole al también general Eusebio Puello el papel principal en la derrota de los invasores haitianos.

Aunque en el mismo evento, al pronunciar el discurso de clausura, el gobernador Jando Paniagua se atrevió a decir que el único y verdadero héroe de la batalla de Santomé fue el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina, poniendo así fin a la disputa.

¿Qué pasa en un país? La esencia de un país es, junto al pasado, presente y futuro de su gente, lo que ocurre todos los días en la capital de ese país y en cada una de sus comunidades, sean grandes o pequeñas; parajes, ciudades, secciones o barrios. Esto nos lo demuestra aquí el autor haciendo una radiografía del pueblo dominicano visto por los ojos de un niño de provincia, desde la perspectiva de la clase media alta a la que pertenece.

Dicen que la literatura, como la prensa, es testigo de los tiempos. Es lo que trae esta novela. Un relato testimonial del momento que el siglo XX se parte por la mitad.

 Desde esa apariencia provincial, la novela de Piña-Contreras retrata la atmósfera de silencio, miedo y terror que vivía la República Dominicana en los años del 1948 al 1955, tiempo en que transcurre. Este último año se organizó el escrutinio para elegir a la reina de Santomé, la que también representaría a la provincia en las celebraciones nacionales por el Centenario de la Independencia Nacional.

Es el mediodía del 7 de febrero del 1948: Llega a San Juan de la Maguana, un municipio del sur, el que más tarde se desempeñaría como Obispo de la Diócesis provincial,  monseñor Tomás F. Reilly, quien, por sus visitas cotidianas y largas pláticas con Papapa, viene a formar parte del entramado de la obra.

Reilly no era un personaje brotado de la ficción: Llega a la provincia precedido de un antecedente como oficial del Ejército de los Estados Unidos, veterano de la Segunda Guerra Mundial y, según decían, amigo cercano al senador John F. Kennedy.   Por su papel protagónico en la vida política de la República Dominicana, primero siendo parte del poder omnímodo del “Benefactor”, después contra él, y más adelante contra los primeros balbuceos que tuvo la democracia con el regreso del profesor Juan Bosch divulgando ideas sobre la libertad, la igualdad y la justicia social. 

El profesor Bosch venia agarrado de la mano de Voltaire, Rousseau, Montesquieu, y de lo que había aprendido de la Revolución Francesa y de la Ilustración.

Reilly, igual que el grueso de la cúpula clerical, sospechó que el predicamento de Bosch podía subvertir a la clase pobre del país, y lo enfrentó con fiereza. 

El niño Guillú tiene presente, porque se ve involucrado, que es el año del primer Centenario de la batalla que infligió la derrota definitiva a los invasores haitianos, y de los primeros 25 años de la ascensión al poder de Rafael Leónidas Trujillo Molina (llamado también “el jefe”, el “Benefactor” y el “padre de la patria nueva”.

Angelita, la hija mayor del  “Jefe”, estaba recién llegada de Europa donde se deslumbró con los oropeles y el boato de la reina Isabel ll de Inglaterra, trayendo consigo la idea de que ella también podía ser una reina y recibir los mismos honores que recibe la monarca anglosajona.

El capricho de la primogénita coincidió con el proyecto de Mario Fermín Cabral, genio pensante de la satrapía, a quien se le ocurrió plantear que los 25 años de poder ininterrumpidos  del “Jefe” debían celebrarse con una feria similar a la de Nueva York en el 1939, o por lo menos a la de Roma el 1942.

La propuesta del pensador trujillista germinó dando paso a la denominada Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo libre, una exposición celebrada del 20 de diciembre del 1955 al 31 de diciembre del 1956, con delegaciones artísticas y comerciales procedentes de 42 países.

Estas son las historias que va contando Papapa (una especie de súper abuelo) y las repercusiones que la iniciativa tuvo en la provincia Benefactor.

Papapa (ex lugarteniente del general Desiderio Arias, ex preso político, confinado por Trujillo, abuelo materno de Guillú), sostiene largas conversaciones con el Obispo Reilly; el niño escucha atento los relatos que marcarán su vida, esos que hoy son las leyendas de ese tiempo, los que, junto a los episodios principales de la propia infancia del narrador, refleja la novela  de Piña-Contreras.

Monseñor Reilly tenía un idóneo manejo  de la política y, por su experiencia y formación, sabía interactuar diestramente con los militares. Aparece en la novela una ocasión en que visita al coronel José María Alcántara, Jefe de la Tercera Brigada del Ejército, hombre de tenebroso expediente que, según se decía, apuñaló a su hermano en una disputa familiar; jefe del campo de trabajos forzados El Sisal; vinculado, entre otros crímenes, al asesinato del político Prin Ramírez. 

Alcántara, viendo llegar al purpurado, lo recibió con este saludo: “Gracias por su visita, padre- dijo el militar sin bajar la mirada-. Desde que el jefe firmó ese acuerdo con el Papa, la iglesia es la que manda en esta fortaleza”. Hacía referencia al Concordato firmado (1954) entre el tirano Trujillo y la iglesia católica.

La decisión estaba tomada; fueron movilizados los recursos del Estado para que Angelita, a sus 16 años, sea coronada reina de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre. Para ello fue contratado uno de los mejores modistos de Roma, Italia, quien confeccionó el traje de Angelita, por un costo final de 80 mil dólares.

En San Juan de la Maguana se había iniciado el proceso de transformación: Construyeron el Hotel Maguana, los palacios del Ayuntamiento, de la policía, de justicia y se iba a inaugurar el Monumento a los héroes de la batalla de Santomé, incluyendo, entre los festejos, la elección de una reina. Con esos fines se convocó a las jóvenes de buena presencia y mejor posición económica del lugar a participar en un concurso.

La ganadora fue la señorita Mirta, hija de Jorge y Lina Musalen, una prestigiosa familia de inmigrantes árabes. En segundo lugar, para la posición de virreina, quedó su antagonista Cecilia Merán.  La madre de ésta se escandaliza, no acepta la derrota y le hace una visita privada al gobernador para exigirle que revoque el veredicto del jurado:

Carmela, la madre, le recordó al gobernador Jando Paniagua su pasado, su frágil situación conyugal y la relación que lo vinculaba con los autores de la quema del Seguro Social (hecho atribuido a los antitrujillistas): “No se meta en problemas pendejamente”.

Dijo, extorsionándolo: “Todavía está a tiempo para enmendarse don Jando. ¡No se deje joder!”

“Lo que hablaron fue decisivo para que el gobernador, sin más ni más, revocara la designación”  de Mirta Musalen como representante de la provincia Benefactor en la corte de su alteza Angelita lra. En su lugar designó a la virreina Cecilia Merán. La madre impuso su capricho y el escándalo rodó de boca en boca, hasta hoy.

En “La reina de Santomé (historias de la vida de provincia)”, Guillú, apareciendo como príncipe de la Corte, nos cuenta los años de su infancia,  la historia general de un pueblo, y el  desarrollo infraestructural que le aportó la celebración del primer Centenario de la batalla de Santomé a la provincia Benefactor.

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