La familia, un espacio formador

La familia ha sido conocida por muchos años como la institución donde el individuo recibe formación. Primer órgano por excelencia en el cual aprende valores, principios y nociones de la vida. Son muchas las definiciones que se han dado de esta, siendo una de las más notorias la que da la OMS “la familia es la institución social, fundamental que une a las personas vinculadas por nacimiento o por elección en un hogar”. Además, es en ella en la que se deben dar a conocer las primeras normas de convivencias. Dicho de otro modo, es el lugar privilegiado para la realización personal junto a los seres queridos.

En este sentido, Albornoz (1984) expresa: “Lo esencial es que aquello que enseñan a sus hijos en los primeros años es sumamente importante porque si bien la conducta es modificable, esos primeros años son huella indeleble”. El autor deja claro que la educación que se les dé a los hijos en los primeros años de vida es sumamente importante, debido a que de esto dependerá el tipo de persona que será en el futuro.

En ese mismo orden, se puede decir, cada hogar debe ser responsable de que sus miembros representen con su accionar la educación recibida, basada en desarrollar conciencia de que somos falibles, fomentar la criticidad, se deben forjar metas y propósitos en la vida tomando en cuenta el bien propio, el de los suyos y sus semejantes. Todo en la vida representa un valor, lo material no significa por completo la felicidad, es sólo un complemento de esta.

Según Aguilar (1997), en su investigación titulada: Familia y Proyecto de Futuro “La familia ha de atreverse a educar en valores que favorezcan los proyectos individuales y familiares, fundamentados más en el ser que en el tener, en el aparentar o en el placer inmediato”. En otras palabras, esta es la garante de fomentar en sus integrantes, el sacrificio para conseguir las cosas. Todo hay que ganarlo, nada en la vida es gratis. La presunción no es grata, lo adquirido es momentáneo, pasajero y tiene tiempo de caducidad mas lo que somos representa lo que realmente tiene valor y nos convierte en seres extraordinarios con dignidad social ante los demás.

De igual modo, se puede decir, que para estos tiempos esta entidad es fiadora de situaciones que se presentan en las diferentes esferas sociales dando al traste con fenómenos que afectan de manera positiva o negativa el lugar donde convive ese individuo. Nadie puede dar lo que no tiene, somos el resultado de todo aquello que el entorno nos brinda. Si el contexto es hostil nuestra conducta se verá afectada de manera no muy grata, mientras si ocurre lo opuesto de forma automática se evidenciará lo contrario.

Con respecto a lo dicho anterior Rojas (2011), en un artículo publicado en trabalibros, Afirma: “Nuestra manera de sentir, de pensar, de actuar, en definitiva quiénes somos y cómo somos, está influida por el entorno más inmediato en el que hemos nacido y hemos crecido: nuestra familia” Dicho de otro modo, el entorno natal es el factor que determina el camino de sus descendientes, de esto depende el tipo de persona que entreguen a la sociedad.

Así mismo, es el medio específico en donde se genera, cuida, proporciona una buena alimentación y desarrolla la vida. En este sentido se convierte en el nicho ecológico por excelencia, y por qué no, en la primera escuela de la humanidad, de transmisión diferencial de principios que aporta un sentido mucho más amplio a la misma existencia humana.

En esa misma tesitura, Catalina Prilick (2005) en su Libro Hablemos de convivir en familia, expresa: “ Las familias están integradas por personas relacionadas entre sí, que comparten un hogar y se preocupan por el bienestar de cada uno, protegiéndolos y procurándoles alimento, vestimenta y educación. A menudo, las familias disfrutan de actividades en conjunto, como ir al cine, ver televisión, hacer deportes, viajar etc.” Es decir, la familia debe compartir su tiempo, para mantener la armonía, el respeto, compromiso y la responsabilidad entre sus miembros.

Además, es la alianza entre sujetos que comparten un proyecto valioso de existencia en común que se supone duradero, en el que se generan fuertes sentimientos de pertenencia ante dicho grupo, en el cual existe un compromiso personal entre sus miembros y se establecen intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia.

Coralis Orbe (2018), en su artículo del Listín Diario, con respecto a esto dice: “para que los niños desarrollen su inteligencia emocional, los padres deben ir cultivando cada día la confianza y seguridad en ellos mismos. Pero eso no se logra de noche a la mañana. Los progenitores son la fuerza motriz para que los pequeños crezcan adecuadamente en su entorno”. O sea, estos deben ser ejemplo para sus vástagos en el discurrir de su vida, por lo que, constituye el principal contexto del desarrollo humano, en el que tienen lugar los principales procesos de socialización y progreso de los mismos.

La familia debe ser resistente ante los desafíos que ocurran entre sus miembros, que haya colaboración mutua para la solución de esas adversidades y que puedan perdonarse cualquier mal entendido que sea ocasión de disgusto. Ya que, una comunidad edificada puede vencer todos los obstáculos que puedan presentarse.

Con relación a lo antes expuesto, Felipe Aquino Aleteia (2017) en la Revista Impulsos Educativos en su artículo “Consejos para educar hijos felices” manifiesta: “Cuánta discordia existe en las familias y en las comunidades a causa de los chismes, las calumnias, las injurias, las murmuraciones. Es necesario aprender que cuando nos equivocamos por nuestras palabras, cuando éstas hieren injustamente al hermano, tenemos que tener el valor sagrado de ir hasta él y pedirle perdón”. En efecto, la verdad es que la comunión familiar puede ser conservada y perfeccionada anteponiendo su interés con espíritu de sacrificio, comprensión, tolerancia y reconciliación. En tal sentido, para poder perdonar necesitamos pasar por la experiencia liberadora de comprendernos y perdonarnos a nosotros mismos.

En síntesis, este núcleo social es el espacio donde converge la generalidad. Tiene como misión hacer de ellos los mejores ciudadanos, capaces de adaptarse de manera eficaz a ese medio que le recibe. Este debe entender que la vida tiene un trascendental valor e inducirlos a tomar decisiones responsables frente a distintas alternativas que la vida le presenta.

Autora: Catalina Valdez Valdez

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