Para hacer frente a la pandemia del nuevo coronavirus que provoca la COVID-19, el vecino Haití tendrá que luchar además contra dos grandes retos planteados por el deterioro económico y las creencias culturales.
Ives Marie Chanel, periodista y empresario de ese país, comparte con Diario Libre algunas de las impresiones recogidas entre la población. Destaca cómo muchos de sus conciudadanos, incluso desde el mismo Gobierno haitiano, no ponen la debida atención a la gravedad del nuevo coronavirus.
“La gente dice que prefieren morir de la COVID-19 en la calle y no de hambre en la casa”, reproduce el comunicador. También se impone la creencia de que el virus no hará grandes estragos entre la población porque el clima lo vencerá o porque la fortaleza física del hombre negro resistirá su embate", comenta.
Chanel ve mucha improvisación de parte de las autoridades en el manejo de la situación, pues hasta el momento no se ha declarado una cuarentena, no existe una política de información masiva que oriente a la gente sobre cómo prevenir el contagio y las medidas adoptadas no parecen ser muy efectivas, a juicio del comunicador.
“No había preparación para esto. Parece que no le dieron importancia al tema, pues no pensaron que fuera tan grave”, dice, aunque cree que esa realidad puede mejorar luego de que, a inicio de esta semana, se creara una comisión de alto nivel, conformada por médicos muy especializados en su mayoría, y encabezada por el doctor William Pape, a quien le reconoce el éxito con que manejó el tema del VIH/Sida en Haití.
A Chanel le sorprende que hace dos días, mientras visitaba la localidad de Pignon, observó a grupos de personas en una pelea de gallos, pero también siguen los entierros con gran afluencia de personas, los cultos religiosos y otras actividades que implican aglomeraciones.
El problema, entiende, ha sido la poca comunicación desde el gobierno que encabeza Jovenel Moïse, pues los anuncios que se han realizado de orientación se centran casi todos en la capital, Puerto Príncipe; y que algunas facilidades financieras otorgadas por el gobierno a las alcaldías para que hagan perifoneo, no están llegando tampoco a las zonas más rurales.
Tampoco se explica que no se haya declarado una cuarentena, aunque reconoce lo difícil de aplicar esa medida en el país más pobre de América, con tanta gente que vive en la informalidad del empleo. Sin embargo, algunas empresas han decidido cerrar de manera voluntaria.
Señala que ni siquiera se aísla a alrededor de 6,000 ciudadanos que entran a diario a través de la frontera procedentes de República Dominicana, donde hay circulación comunitaria del virus en cinco ciudades, pese a la mayoría de los que llegan trabajan en fincas o en la construcción, actividades ahora clausuradas como prevención por la pandemia.
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