Stalone vs de Niro

Luis Beiro
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Puede ser cierto el poder de arrastre de popularidad que la farándula exhibe. La cultura, sin embargo, obliga a pensar, y a la vez incomoda por la manera tan original de sacar las manchas del sol. La farándula es la encargada en deslumbrar. Ella solo exhibe el lado claro de la vida.

Sylvester Stalone es un actor mediocre. De esos que representan el prototipo del héroe norteamericano, capaz de vencer a negros, vietnamitas, latinos, musulmanes y africanos, como quien saca palomas del sombrero.

Robert de Niro (me refiero al primer Robert de Niro, a ese joven y talentoso actor convertido en el arte ego de Martin Scorcese), no solo se ha llevado los más importantes premios como Mejor Actor dentro y fuera de los Estados Unidos, sino que dos de sus mejores caracterizaciones fueron minimizadas por el populismo ramplón que predomina en aquella sociedad. Nos referimos al personaje de Rocky Balboa, personaje encarnado por Sylvester Stalone.

El primer descalabro lo sufrieron de Niro y Scorcerse cuando esa magistral obra de arte titulada “Taxi Driver” fue vencida por “Rocky” (dirigida por John G. Avildsen, el director de “Karate Kid” y otras cintas de artes marciales y aventuras) en la ceremonia de los premios Oscar de 1976 (aunque obtuvo la Palma de Oro en Cannes ese mismo año).

La segunda, de 1980 fue “Toro Salvaje”, que si bien le valió a de Niro el Oscar como Mejor Actor, en la vida real, el prototipo de boxeador creado por Stalone (Rocky Balboa) desplazó a un segundo plano la inmensa caracterización de Jack La Mota por Robert de Niro.

Las posteriores secuelas de Rocky cualquierizaron el intento primer intento del director Avildsen. Pero ya entrando en materia de cine, el trabajo actoral de Stalone no superó  a de Niro, ni en “Taxi Driver”, ni en “Toro Salvaje”.

Pero la farándula manda por encima de la cultura. Con Sylvester Stalone, Hollywood encontró un prototipo de héroe que necesitaba la sociedad norteamericana para sentirse invencible, habitante del Primer País del mundo. Stalone continúa siendo un actor plano, sin nada que aportar al cine norteamericano. Pero la industria lo explotó al máximo. Y lo sigue explotando.

De Niro ha devenido en un actor de comedias fáciles. Sin embargo, su nombre seguirá brillando mientras el cine exista.

 Fuente: www.listindiario.com

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