El río Masacre y agua propia

Por: Oscar López Reyes

En 1901, el gobierno se vio forzado a efectuar una singular exhibición de sus fuerzas militares en Dajabón, para detener los trabajos que buscaban desviar el río Masacre. En el 2023, haitianos vuelven a usan picos y palas con igual propósito, con la desventaja de que ahora si el presidente Luis Abinader se descuida los pro-haitianos que pululan hasta en comisiones negociadoras de las más altas esferas diplomáticas oficiales, le meten un gol fatal por debajo de la mesa.

El segundo peligro echa raíces en la posible mediación en un conflicto de norteamericanos, europeos y canadienses, así como del ex presidente de la Pastoral de Migrantes y Pastoral Haitiana, el arzobispo metropolitano de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria Acosta, negación de la voz más preclara de las últimas décadas: el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez.

Vale referir la imposición en 1929 de Estados Unidos, cuyos técnicos y jerarcas militares radicados en Haití (ocupado por estos?entre 1915 y 1934), consideraron que la raya fronteriza debía ser marcada a partir de los poblados con mayor?presencia de haitianos y dominicanos. Con esa trampa nos quitaron el 8% del territorio.

El Masacre. Los dominicanos y su gobierno reaccionaron sobresaltados ante el inicio de trabajos a cargo?del vicecónsul de Haití, Dalbémar Theodore, para la desviación del río Masacre, en “terrenos en litigio en la sección” de Pitobert, en Dajabón. El 31 de enero de?1901, el gobernador de Montecristi, Toribio H. García, reclamó al gobernador de Fort Liberté, Esmangart Léonard Emmanuel, explicaciones sobre los susodichos trabajos, “que perjudicarían notablemente los intereses dominicanos en la frontera”.

Ese funcionario consular se negó a detener los trabajos, y confirmó que tenía órdenes de proceder a la desviación del río Masacre.

¿Cómo terminó el conflicto?

Triunfaron la robustez argumentativa, la dura resistencia y las maniobras castrenses dispuestas por el presidente constitucional dominicano, Juan Isidro Jimenes y Pereyra, para disuadir al adversario. El gobierno dominicano realizó una exhibición u operativo miliciano en Dajabón, como táctica sublime en el contexto de la confrontación.

Además de esa arma psicológica, fue apostado un contingente militar en los predios señalados como del vicecónsul haitiano, Dalbémar Theodore, en la orilla izquierda del río Masacre. Quedó atado.

Ya vista la respuesta dominicana, el presidente Tirésias Simón Sam flexibilizó ante el ministro plenipotenciario de la República Dominicana en Haití, Ignacio María González, y el encargado de Negocios de ese país en Santo Domingo, Louis Bornó. Así, ese jefe de Estado contribuyó a apaciguar los ánimos. A seguidas, se prosiguió con la creación de una comisión mixta para clarificar los acaecimientos, zanjar la disputa y formular indicaciones para el trazado de la raya fronteriza en su extremo Norte.

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