Por; Rita Y. Mateo R. (Máster en Neuropsicología y Educación).
En el ámbito educativo se hace referencia con regularidad al desempeño que evidencian los estudiantes durante su formación escolar, el mismo es conocido como rendimiento académico. Es considerado, además, como la estimación o valoración que las instituciones educativas tienen del trabajo que los estudiantes hacen en cada asignatura y que se ve reflejado en sus índices académicos o sistemas de medición que posea cada centro.
Por otro lado tenemos el término Neuropsicología, que cada vez cobra más fuerza en el ámbito de la Neurología y la Psicología. Surgió a mediados del siglo XX como una ciencia interdisciplinaria que une el estudio de la conducta humana y sus bases cerebrales. Dentro de dicha ciencia las Funciones Ejecutivas han acaparado la atención de diversos autores por la importancia que reviste y la influencia que ejerce en el ser humano, de manera especial en el buen desempeño escolar. Se definen como una serie de habilidades, destrezas y capacidades que poseen las personas, que les ayudan en su diario vivir, de manera especial en el logro de sus metas.
Las bases neurobiológicas de las funciones ejecutivas se encuentran en la corteza prefrontal, una de las partes más importantes del cerebro, ubicada en la zona delantera de este importante órgano. La corteza prefrontal es considerada como el sustento de las funciones ejecutivas, debido a que cuenta con un lugar preferencial para organizarlas, permitiendo enviar y recibir información a los principales sistemas sensoriales que existen en el cerebro.
Los expertos en Neuropsicología y Educación han planteado que existe una estrecha relación entre las funciones ejecutivas y el rendimiento académico, afirmando que cuando los estudiantes emplean esas habilidades, más y mejor desempeño escolar obtienen.
En la actualidad, fruto de los cambios que ha provocado la pandemia del COVID-19, miles de estudiantes del nivel superior se encuentran recibiendo su proceso de formación escolar en la modalidad virtual, enfrentándose a un gran desafío que ha implicado, quizás sin ellos saberlo, el empleo de importantes funciones ejecutivas. Tal es el caso de la Memoria de Trabajo, definida como un sistema de capacidad limitada que almacena de forma temporal y manipula información que se necesita para ejecutar procesos mentales y tareas. A través de esta función los alumnos han podido responder de manera oportuna y satisfactoria a las asignaciones propuestas por sus docentes, recordando instrucciones y recuperando sus saberes previos cuando ha sido necesario.
Otra función ejecutiva empleada con frecuencia en los últimos meses por los estudiantes universitarios es la Atención. Considerada un tanto compleja por los niveles que implica, se define como la capacidad de dar prioridad a un estímulo sobre otro. Muchas han sido las situaciones que han vivido los estudiantes, que en ocasiones les han distraído y desviado de sus metas académicas, pero gracias a esta capacidad de enfocarse en lo que se requiere en el momento, han podido salir adelante cumpliendo sus deberes y adquiriendo aprendizajes significativos.
Por otro lado se destaca el Control Inhibitorio, función ejecutiva que consiste en la capacidad de una persona de abstenerse o inhibirse de realizar algunas acciones, pensamientos y emociones que no ayudan o entorpecen la tarea que se debe realizar. Este control ha estado presente en los momentos en que algunos estudiantes han presentado desmotivación y deseos de rendirse y retirarse de los estudios, quizás por el estrés, poco manejo de las plataformas virtuales o por preferir la modalidad presencial en vez de la virtual, no obstante han tenido la capacidad de controlar esos pensamientos y enfocarse en sus metas académicas.
Importante es destacar que tras estar cursando sus estudios en la modalidad virtual, después del COVID-19, los estudiantes se han organizado para estar presentes en sus clases y realizar sus asignaciones, así como asegurar la disponibilidad a equipos tecnológicos e Internet, todo esto con el propósito de aprender, rendir académicamente y no estancarse en sus estudios universitarios. Dichas acciones se han desarrollado gracias a la Planificación, función ejecutiva definida como la capacidad del ser humano de organizarse mentalmente y prever una serie de acciones para así alcanzar metas o propósitos.
Innegable es que la modalidad virtual ha representado un reto para nuestros estudiantes, reto que les ha conllevado a modificaciones y acomodaciones con el fin de lograr la adaptación a ella y responder de forma adecuada en términos académicos. Esto se logra por el uso de la Flexibilidad Cognitiva, función ejecutiva que implica cambiar una estrategia por otra para así resolver de forma más oportuna y eficaz un determinado problema o situación, lo que conlleva una constante evaluación para adecuarnos conforme a los resultados arrojados y las opciones disponibles.
Existen otras importantes funciones ejecutivas empleadas por nuestros estudiantes, con más frecuencia desde los últimos meses, entre las que se destacan la fluidez verbal, iniciativa, creatividad, autorregulación y establecimiento de metas. Estas les han permitido continuar y trabajar de manera ardua, esforzarse, ser perseverantes, estar motivados y mantener firmes sus deseos de superación, sin importar la circunstancia actual.
Desarrollando al máximo sus funciones ejecutivas los estudiantes obtendrán las competencias y conocimientos necesarios en su formación profesional, lo que a su vez propiciará un desempeño académico óptimo, así como la satisfacción de que pueden planificar, autorregularse, inhibirse, emplear su memoria de trabajo y una atención selectiva para el logro de sus metas.
