Hay que ir a votar

Hoy los términos están a la vista. De que las elecciones del sistema son esencialmente fraudulentas y engañosas, no debe cabernos la menor duda.

Pero ocurre que hoy son la única vía para romper el estancamiento político y avanzar hacia horizontes de cambios.
No existen unas masas en las calles dispuestas a pasar a formas más radicales de acción para la instalación del poder popular y revolucionario.

Y en ausencia de esa anhelada situación, en un momento no revolucionario, la sensatez y el realismo político aconsejan transitar por la única puerta por la cual es posible avanzar hacia esos cambios, la de las elecciones.

El abc de la táctica lo aconseja. Lenin lo dijo en palabras no sujetas a doble interpretación. Hoy no existe una situación revolucionaria. Te dan un pacífico cupón electoral, tómalo, organízate y aprende a batir con él a tus enemigos.

También ocurre que hay una tarea histórica pendiente: llevar a feliz culminación la revolución democrática nacional iniciada hace más de siglo y medio por Juan Pablo Duarte y sus compañeros.

El Partido de la Liberación Dominicana, que proclamó haber sido fundado para eso, terminó convertido en freno del proceso hacia esos fines supremos. Ejerce el poder por casi veinte años, aspira a seguir en él indefinidamente y su desplazamiento es el objetivo a lograr.

Solo así se puede romper el estancamiento, crear una nueva ambientación política que le permita a las fuerzas progresistas seguir luchando en mejores condiciones y presionar por conquistas como la Constituyente y por reformas de mayor alcance que el simple cambio de un partido por otro en el Gobierno.

Cuando se celebraron las elecciones del 20 de diciembre de 1962, la izquierda se abstuvo. “Revolución primero y elecciones después” fue la consigna. Por eso se aisló del curso por donde la vida política discurría.

El pueblo no le hizo caso y esa vez voto bien. Se podría excusar al liderazgo de izquierda porque se vivía la fase infantil del movimiento. Hoy, casi sesenta años después, las políticas debieran ser mucho más terrenales y directas.

El mismo presidente Danilo Medina ha dicho que “las elecciones las gana el que lleve más gente a votar”.

Así, cuando lo pertinente es ir a votar y votar por el cambio, propugnar porque los opositores se alejen de las urnas es una forma eficaz de favorecer la fuerza que necesitamos derrotar.

FUENTE:eldia

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