Sin duda es muy penoso cuando el lugar que debe fungir como un espacio seguro para el niño se convierte en una fuente de miedo o ansiedad.
En el artículo Repercusión de la Violencia Doméstica en la Salud Mental Infantil, Valoración del Daño Psíquico, de la Laura Viola, se explora la relación beligerante entre la violencia doméstica y sus efectos deteriorantes en la psique infantil. Hay un enfoque, principalmente, en el patrón, causa y consecuencias.
Viola indica que, según una estimación: “el 60% de los niños testigos de violencia será también víctima de violencia física o sexual”. (Viola, 3). Es interesante que, a pesar de esta cifra, no se debe asumir una asunción de causalidad, o, en otras palabras, la relación entre dichas condiciones no siempre implica causalidad.
Más bien, creo que demuestra lo fácil que se perpetua el trauma y abuso intergeneracional como experiencia que se padece en las etapas formativas de la niñez y juventud, en especial si no se busca apoyo profesional. Adicionalmente, es impactante la manera en la que este tipo de abuso continúa alimentando el ciclo vicioso que se introyecta en la psique de la persona en ambas figuras, el opresor y el oprimido, que se manifiestan uno y otro, a lo largo del tiempo. Dañando así las posibilidades que tiene el amor y la compasión de florecer dentro de una dinámica familiar.
Sin atención
Para concluir, la doctora Viola plantea que la experiencia traumática, si no es atendida, se encapsula lo que genera afectación importante en el self de los niños y niñas y como afrontan, las relaciones interpersonales, el mundo exterior y a sí mismos. De ahí que los efectos de la violencia doméstica son duraderos y producen impacto en la niñez en las áreas físicas, emocional, cognitiva, conductual y social.
Fuente: https://listindiario.com
