Conozca cómo reducir riesgos de un ataque cardíaco, ACV y lograr envejecer más lentamente

SANTO DOMINGO.- El cardiólogo y médico internista doctor Roberto Fernández de Castro T. afirma que las emociones positivas, desde el optimismo y la gratitud hasta el amor, la risa y otras experiencias alegres, reducen drásticamente el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular (ACV) en las personas.

Esas mismas manifestaciones en los individuos incluso podrían agregar años a su vida, según se determinó en una investigación de más de 5,100 adultos, revela el galeno.

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Asimismo, el expresidente de la Sociedad Dominicana de Cardiología relaciona el envejecimiento con el estrés crónico de las personas.

Fernández de Castro detalla que el acortamiento de unas estructuras llamadas telómeros, que protege a las personas contra cualquier daño, puede conducir a desarrollar patologías como diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares o Alzheimer.

En ese sentido, señala que el acortamiento o reducción en la actividad de la telomerasa se origina por el estrés y las emociones negativas, que a su vez provoca que se liberen hormonas y radicales libres.

El cardiólogo dice que, para lograr alargar la telomerasa, con lo cual se consigue mantenerse más saludable y envejecer más lentamente, se recomienda buenos hábitos saludables, alta actividad física, con niveles elevados de cohesión social, solidaridad y altruismo.

“La risa alegre es una clara manifestación de un estado emocional positivo, mejora la función endotelial por la producción de beta-endorfinas que aumentan la producción de óxido nítrico y tienen efecto anti inflamatorio, transmitiendo modos de solidaridad social positiva”, precisa el médico.

El doctor Roberto Fernández de Castro T. hace sus valoraciones científicas y profesionales en un artículo que titula “Emociones positivas vs estrés, enfermedad y envejecimiento”, el cual El Nuevo Diario reproduce íntegro a continuación:

“Emociones positivas vs estrés, enfermedad y envejecimiento”

POR ROBERTO FERNÁNDEZ DE CASTRO T.

El estrés en los mamíferos es responsable de una respuesta compleja psico-neuro-inmuno-endócrina que envuelve primariamente al sistema cardio-neuro-metabólico: al eje hipotálamo-pituitaria-adrenal y al sistema nervioso autónomo. Los eventos cardiovasculares pueden ser desencadenados por el estrés mental agudo causado por catástrofes naturales como el frío extremo, un terremoto o un ciclón, por un juego de fútbol o baloncesto, por la tensión laboral o por la muerte de un ser querido. El estrés mental agudo aumenta la actividad del sistema simpático, afecta la función endotelial y crea un estado hiper coagulable.                                                                                               

Los desencadenantes emocionales fueron reconocidos en la descripción original de infarto agudo al miocardio (IAM) en 1910 por Obraztsov y Strazhesco. Un análisis de 849 pacientes con IAM identificó posibles desencadenantes en el 48.5 % de los casos: luego de esfuerzo físico, crisis emocional e insomnio. La importancia del estrés físico o mental en la activación de la trombosis coronaria se apoya en hallazgos de la frecuencia de aparición de eventos cardiacos agudos mayores. Los procesos fisiopatológicos que podrían conducir a disfunción endotelial, ruptura de placa, hiper coagulabilidad, o vasoconstricción coronaria se acentúan por la mañana; y se ha demostrado que las estatinas estabilizan la placa inestable, los agentes betabloqueantes reducen el estrés de cizallamiento (fuerza del flujo sanguíneo sobre la pared arterial) y la aspirina puede inhibir la formación del trombo (coágulo), previniendo eventos catastróficos.    

El estrés psicológico crónico producto de la desigualdad social, el “síndrome del corazón roto”, el desgaste profesional o “síndrome de Bournout”, resultado de agotamiento mental, emocional o físico, la insatisfacción laboral, así como los estados de esquizofrenia, bipolaridad, depresión, hostilidad e ira, entre otros, están relacionados con mayor morbimortalidad cardiovascular. Las emociones positivas, desde el optimismo y la gratitud hasta el amor, la risa y otras experiencias alegres, reducen drásticamente el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular, e incluso podrían agregar años a su vida, sugiere una investigación de más de 5,100 adultos (Health Behavior and Police Review, 2015); las personas más optimistas tienen el doble de probabilidades de tener una salud cardiovascular ideal, en comparación con aquellas que son pesimistas. En una revisión de la relación entre afectos positivos y procesos biológicos, varios autores coinciden en que los afectos positivos se asocian con la atenuación de la actividad adrenérgica y aumento del tono parasimpático, disminución de los niveles de cortisol, mejoría del sistema inmune y disminución de la actividad inflamatoria. La risa alegre es una clara manifestación de un estado emocional positivo, mejora la función endotelial por la producción de beta-endorfinas que aumentan la producción de óxido nítrico y tienen efecto anti inflamatorio, transmitiendo modos de solidaridad social positiva. 

¿Por qué envejecemos y enfermamos?; parece ser que la clave está en unas estructuras llamadas telómeros ubicadas en los extremos de los cromosomas cuya función es de protección contra cualquier daño. Su acortamiento es el sello distintivo del envejecimiento de los mamíferos, que puede ser la expresión del estrés crónico y puede conducir a numerosas disfunciones metabólicas, como resultado de la disminución de la enzima que la produce: la telomerasa. Dos personas de la misma edad cronológica tienen edades biológicas diferentes. Una gran cantidad de evidencia sugiere que los telómeros más cortos son rasgos distintivos para patologías como la diabetes mellitus, las enfermedades cardiovasculares o trastornos neurológicos como la enfermedad de Alzheimer.                                                                

Un estudio realizado por Linda Carlson, demostró que el estrés y las emociones negativas provocan que se liberen hormonas y radicales libres que reducen la actividad de la telomerasa. En la investigación las personas que realizaron meditaciones tenían telómeros más largos que las que no meditaban. Resultados similares han sido observados en poblaciones con hábitos saludables: dieta mediterránea, con pocos hábitos tóxicos, con alta actividad física, con niveles elevados de cohesión social, solidaridad y altruismo, así como también en grupos religiosos y de colectivos de auto ayuda y motivación, como los alcohólicos anónimos. Todas estas situaciones aumentan la actividad de la telomerasa, y alargando los telómeros prolongamos nuestras vidas, nos mantenemos más saludables y envejecemos más lentamente.

Fuente: https://elnuevodiario.com.do

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